viernes, 20 de mayo de 2016

La fábula: adivina la moraleja


*empareja cada fábula con su moraleja.


LOS NIÑOS Y LAS RANAS
Unos niños se fueron a jugar a un estanque y empezaron a lanzar piedras al agua. Cada vez que el tiro les salía bien, se reían a carcajadas al ver que los guijarros levantaban penachos de espuma por el aire. En cambio, las ranas que vivían en el estanque no se lo estaban pasando nada bien. La lluvia de piedras las tenía aterrorizadas, y se escondían tras los nenúfares para protegerse de los impactos. Al fin, una rana se atrevió a sacar la cabeza fuera del agua y les suplicó a los niños:
-¡Parad ya de una vez! ¡Lanzar piedras es para vosotros un juego, pero para nosotras es un asunto de vida o muerte!
EL PERRO Y EL HUESO
Un perro que llevaba un hueso en la boca se asomó a una laguna y vio su propia imagen reflejada en el agua, pero no se dio cuenta de que se estaba mirando a sí mismo.
"Ese perro", pensó, "lleva un hueso más grande que el mío. Y con más carne. ¡Ojalá se lo puediese quitar! Voy a ladrarle, y se le caerá de la boca". Pero cuando el estúpido perro abrió la boca para ladrar, el hueso se le cayó al fondo de la laguna, así que aquel día se quedó sin comer.


EL CERDO CHILLÓN
Un pastor que contaba sus ovejas se quedó pasmado al descubrir un cerdo entre el rebaño.
"¡Vaya suerte he tenido!", se dijo. "Se lo llevaré al carnicero y seguro que me lo pagará muy bien. Pero tendré que sacarlo a escondidas de casa, no sea que el dueño del cerdo lo vea y me lo reclame."
De modo que el pastor se encaminó a la carnicería con el cerdo oculto bajo la capa. Sin embargo, el animal debió de olerse el triste final que le esperaba y comenzó a chillar y a patalear como un desesperado. Cuando las ovejas lo oyeron desde el corral, una de ellas le dijo:
- ¡No armes tanto jaleo, miedoso! A nosotras también nos coge el pastor de vez en cuando, y no nos ponemos a gritar como locas.
-¡No es lo mismo! -replicó el cerdo sin dejar de chillar-. A vosotras, el pastor os coge para quitaros la lana, pero a mí quiere quitarme la vida para llenar su mesa de morcillas y jamones.

MORALEJAS

jueves, 19 de mayo de 2016

Los Refranes

Cuantas veces  has oído en casa o en algún sitio cosas como: ¡la paciencia es la madre de la ciencia! O se cosecha lo que se siembra ¡Pues eso son refranes!  
Y es que un refrán es  una frase de origen popular repetida tradicionalmente de padres a hijos.
Si preguntaras a tus padres, verías como seguramente se estén olvidando de  todos los dichos de sus padres y abuelos, por eso hoy te comparto una selección de refranes sencillos, para que entre todos hagamos que los refranes no se pierdan con el tiempo.


Es simpático comprobar que muchos de los dichos y refranes ¡no son comprensibles para los niños de hoy! simplemente porque su realidad es muy diferente a la realidad que se vivió cuando el refrán se hizo popular. 



Te propongo que intentes pensar en lo que significa cada refrán. 

ACENTUACIÓN DE LOS HIATOS


Un hiato es la secuencia de dos vocales que se pronuncian en sílabas distintas. Dicho de otra forma, cuando dos vocales se separan en sílabas diferentes y, por tanto, no forman diptongo. La acentuación de los hiatos es como sigue:



Te propongo un vídeo muy divertido para aprender a diferenciar las vocales fuertes de las débiles.


miércoles, 18 de mayo de 2016

Reglas de acentuación


Supongo que ya habrás dado en clase las reglas de acentuación de las palabras llanas, agudas y esdrújulas. Para repasar te dejo un link a un poster online ¡muy chulo! ¡espero que te guste!


http://57304e8951c0157304e8955027.edu.glogster.com/didactica/

palabras homónimas


Completa el crucigrama con las palabras homónimas que encuentres en el texto. 
Las definiciones pueden ayudarte a encontrar las palabras.





El verano pasado alquilamos una casita en la playa. El agua del mar era transparente y serena. No era normal ver olas. A menudo se podían ver bancos de peces bastante grandes. Daba gusto respirar aire puro, todo lo contrario de lo que flota en mi ciudad. Las calles estaban muy limpias. No había, ni siquiera, rastro de hojas de árboles, ni papeles. 
El paseo de la playa era muy amplio y estaba adornado con bonitas farolas y bancos de piedra donde algún que otro ciudadano se sentaba a charlar, a leer el períodico o bien a fumarse un buen puro. ¡Vaya tranquilidad!
Y las casas ... ¡qué maravilla! La mayoría eran viviendas unifamiliares: dúplex, chalets, plantas bajas ... Aunque también había un grupo de edificios, de no más de dos pisos, rodeados por una gran valla blanca en la que se enredaban plantas variadas y de llamativos colores.